sábado, marzo 19, 2011

El imaginario poliforme de la Suralidad




Clemente Riedemann
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Ecología, diferenciación y surrealidad, constituyen dimensiones interpretativas de ese contexto cultural que sirve de soporte al imaginario de la poesía que se escribe en el sur. Las distintas maneras en que lo(a)s autore(a)s se vinculan con ellas, marcan, a su vez, sus distintas visiones y sus estilísticas.
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         La dimensión ecológica surge del encuentro de los cuatro elementos de la naturaleza, en el variado entorno geológico y orográfico que sirve de soporte territorial, marcado por la presencia dominante del agua (mar, ríos, lagos, canales, estuarios, lagunas, esteros, pozones, napas termales, alta pluviosidad); seguida por la tierra, cubierta por bosques (costeros, de valle. de montaña, con flora y fauna variada) o extensas praderas en el valle central; además de serranías, quebradas, acantilados y lomajes; continúa con el aire (cielos diurnos y nocturnos, variedad de vientos y fenómenos meteorológicos) donde las estrellas y las nubes constituyen elementos de referencia frecuentes; y, finalmente, el fuego, vinculado con la montaña andina (volcanes) y el hogar, especialmente la cocina y los fogones. Los elementos culturales o metafóricos articuladores de este universo espacial referido a la naturaleza, son el camino rural, de tierra o pedregoso, por donde se moviliza el sujeto poético al encuentro con el cosmos; y la casa, desde la cual el habitante contempla y controla la dinámica del universo: 

“En el cielo/ el sol mira para atrás/ porque tiene que llamar agua,/ y tú conoces las señales/ los sagrados olores de la tierra/ y empiezas a lustrar tus botas/ la escopeta del 16/ que el abuelo colgó en el comedor/ en ese otoño de su muerte.“ (Delia Domínguez, El sol mira para atrás).

         La dimensión intercultural o “relación en la diferencia”, se articula como derivación del cruce étnico e histórico (entre los nativos indígenas con inmigrantes europeos y chilenos); también, por el contacto recurrente entre la población rural y la urbana; además, por las relaciones de género; aspectos a los que se agregan las relaciones con grupos lejanos, a través de la tecnologías de la información. Por su parte, los propios autores se relacionan desde sus particulares estilísticas, constituyendo una “comunidad discursiva” plural, poliforme, a veces contradictoria, aunque no excluyente. El espacio de encuentro y símbolo de la diferenciación, es la ciudad, especialmente la calle, por donde el sujeto poético va haciendo la reflexión de su existencia, cargado de “memorias y anhelos”; y describiendo su estado actual en el mundo:  

“Esa calle pequeñita está llena de olores./ Está cerca del mercado, a un paso del río;/ aquí estuve una vez, escribíamos versos en las / paredes,/ todavía existe este local, está cambiado/ pero existe./ Sitios habituales de la ternura,/ no hay sitios eriazos en esta ciudad,/ todo huele, palpita, todo ha sido habitado o lo será/ por los únicos seres imaginables.” (Omar Lara, Los centros de la tierra).

         Una tercera dimensión, de génesis surrealista, surge a raíz de la inserción de las nuevas tecnologías en los espacios tradicionales o por la irrupción de usos, costumbres y artefactos antiguos en los ambientes de la modernidad. Este encuentro azaroso de temporalidades históricas divergentes, se presenta lo mismo por el ingreso de la población rural en las ciudades, que por la expansión residencial de habitantes con tradición urbana, especialmente de los grupos de mayores ingresos, hacia los espacios rurales aledaños. Así, mientras los campesinos abandonan sus tierras y avanzan en la ocupación de las ciudades en busca de mejores oportunidades y servicios, las clases dirigentes abandonan éstas paulatinamente, para ir a residir en las periferias urbanas o en las áreas rurales, en procura de segurizar sus bienes y mejorar su calidad de vida. Esta dinámica de recambio residencial deviene en un lenguaje mixturado, posmoderno:  

“Soy el escudero de la aldea/ Véanme entrar a casa/ Ni un mendrugo de pan en la mesa/ El terno planchado a rayas/ Sin arrugas la camisa/ Un poco de sangre en el pecho/ Y esta espada vieja que al sacarla/ De su funda/ Brilla aún la luna en su filo…/ Por aquí callejeo con desta chala/ Y un abrigo negro” (Juan Paulo Huirimilla, Callejeo a la manera de Serguei Esenin).
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(c) Clemente  Riedemann  2011.
(c) SURALIDAD, Antropología Poética del Sur de Chile.

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