Patricia Ubilla Vaca callejera (2010)
Clemente Riedemann / Claudia Arellano
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Las relaciones entre tradición y modernidad, contrastantes o confluyentes, hacen lo principal del carácter de la poesía escrita en el sur de Chile. En esta “otra Frontera” (mental, no sólo territorial) se mueve la temática y el lenguaje de los autores y autoras que aquí sostienen decisivamente la actividad literaria en los tiempos actuales.
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La apropiación de la memoria ancestral, el vínculo con la naturaleza y las formas expresivas arcaicas se integran espontáneamente en el lenguaje moderno, complejizándolo y, obviamente, enriqueciéndolo con voces y acepciones que se yerguen en señales de identidad.
Si bien esta relación se presenta en el resto del país, en la poesía de la Suralidad adquiere especial vigor considerando la aún nutrida población rural (32%, la segunda más alta en Chile). Como se aprecia en la fotografía que acompaña esta nota, la relación entre el mundo rural y el urbano no sólo es un vínculo distante, memorioso, o de adyacencias. Las áreas de contacto son permanentes y dinámicas, generando el mayor interés para la poesía actual.
Observamos aquí a los poetas del sur haciéndose cargo de este dato de realidad y asumiéndolo con propiedad en sus textos, sin perjuicio de emplear los estilos y recursos expresivos propios de la literatura generada en los núcleos urbanos. Por ejemplo, un poeta que habita entre vacas y gallinas, como No Vásquez (1984; 1998) escribe: “Hay miles de corazones desconectados y las reparaciones son lentas”. Se trata de una retórica de síntesis, pero también multidimensional. Ya es eficiente en su referencia al colapso de los vínculos comunitarios y afectivos que trajo consigo la modernidad (el denominado desanclaje por Anthony Giddens), pero también puede interpretarse como una critica al centralismo, al olvido de la metrópolis por las zonas adyacentes.
O bien: “No manufacturamos, somos materia prima”, que además de delatar la situación de la persona humana como mero recurso productivo, bien puede referirse al colonialismo interno que hace uso y abuso de la periferia, donde la región es vista como un lugar a explotar, una simple base de datos, un vertedero para los desechos de la urbanidad, un frente olvidado por la globalización. El espacio rural concebido como lugar de la producción y explotación, sin redistribución, es decir, sin retorno de capital.
Cierto es que aquí aún persisten los sentimientos de apego e identificación con los lugares, pero también se asume que éstos han sido desvinculados, que ya no expresan del todo prácticas y compromisos establecidos localmente, sino que están grabados con influencias mucho más lejanas que, como parece razonable de observar en un contexto dinámico, algunos autores rechazan, otros filtran y otros idolatran. Pues bien, la asunción crítica de las influencias cercanas o lejanas parece marcar el timming en los registros de esta “otra Frontera”.
Los valores estéticos de tal mestura, devenida en gesto de congruencia existencial, son todavía invalorados por el establecimiento literario nacional que restringe sus visiones de país a los parámetros impuestos por la urbanidad metropolitana, considerada hasta ahora como único modelo válido de referencia.
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Referencias:
Vásquez, No (1984; 1998) L&VERTAD (Puerto Montt, Hojas huachas, autoedición); AMURICA (Puerto Montt, Hojas huachas, autoedición)
Para citar éste artículo mencionar alguna de las siguientes fuentes:
http://suralidad.blogspot.com/
© SURALIDAD, Antropología poética del Sur de Chile, 2010.
© Riedemann, Clemente; Arellano, Claudia (2010) Suralidad, Antropología Poética del Sur de Chile. Puerto Varas, Suralidad Ediciones.
viernes, marzo 26, 2010
Alto Palena, de Bernardita Hurtado Low
La insigne escritora y memorialista de Palena, Bernardita Hurtado Low, acaba de publicar un nuevo libro en el que reúne material fotográfico disperso sobre el proceso de colonización de esas tierras australes. El volumen, editado con el cuidado y estética que caracteriza a Ediciones Kultrún, incrementa el registro de la cultura patrimonial del sur de Chile. Reproducimos para nuestros lectores la nota de contraportada escrita por el editor Ricardo Mendoza Rademacher.
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CRÓNICA DE ALTO PALENA
En 1537, apenas 46 años después de la llegada de Colón, se publica la primera crónica americana: Historia General y Natural de las Indias, de Gonzalo Fernández de Oviedo, que entra sobre todas las cosas de América para inaugurar la escritura, en castellano, de nuestra memoria. Figura también su copiosa dimensión visual en profundas ilustraciones xilográficas.
Cuatro siglos más tarde, en las primeras décadas del siglo XX, hombres y mujeres avanzan entre los montes de los Andes patagónicos, para fundar Alto Palena entre los valles intracordilleranos. De algún modo, circulan tempranas cámaras fotográficas que registran, guiadas por ojos anónimos, la asombrosa aventura de poblar un territorio: los rostros de sus protagonistas: hombres, mujeres, niños, animales y la materia vegetal y geológica que compone su escenario natural.
Pasará no medio siglo, sino uno entero, antes de que esas imágenes se recojan en esta crónica visual, incompleta pero también inaugural, hecha de retazos y de sombras y luces no siempre precisas; de borrones o expansiones de sepia o amarillo, cruzadas de rayas o manchadas, desgarradas o demediadas.
La fotografía suele ser como la propia memoria que convoca: imágenes desparramadas de un cuerpo cuya esquiva figura nunca recuperaremos del todo. Reflejos incompletos que, tal vez por eso mismo, estimamos como fieles testigos de lo que hemos perdido o de lo que hemos sido u obrado.
En sus imprecisiones, en su parcialidad; en sus desgarros y tachaduras; y especialmente en la hospitalidad de sus vacíos, nos incita a entrar en nuestra crónica interior, donde puede estar todo aquello que nos permitirá completar esa figura que está hecha también de dolores y ternuras, de muertes y maravillas.
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Referencia:
Hurtado Low, Bernardita (2010) Alto Palena. Valdivia, Ediciones Kultrún.
Esta nota:
(c) SURALIDAD, Antropología poética del Sur de Chile, 2010.
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