Clemente Riedemann y Jorge Torres Infante
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Con el inicio de la guerra de Arauco en 1536 la ocupación europea del sur de Chile se ve interferida y a partir de 1599, con el gran levantamiento mapuche liderado por Pelantaro, se interrumpe indefinidamente. Los mapuches logran recuperar el control sobre su territorio y sus comunidades reasumen el estatus cazador-recolector en el marco de una estructura residencial dispersa.
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La Guerra de Arauco iniciada en 1536 con Gómez de Alvarado enfrentando a los mapuches en Reinogüelén se dejó sentir inmediatamente al afectar los intentos de colonización española en las actuales regiones de Los Ríos y Los Lagos. Valdivia y Osorno fueron objeto de las rebeliones de los mapuches quienes atacaron estos enclaves hispánicos de manera persistente, hasta el punto que debieron ser abandonados por los europeos;
Posteriormente, en razón de la creación de la línea del Bío-Bío, zona fortificada para detener el posible avance mapuches, sus habitantes se retiraron al sur de la región, principalmente luego de la gran rebelión mapuche de 1598-1604, ya que -como señala Rosales (1600) los mapuches asaltan el fuerte de Osorno “... usando de varias invenciones de fuego para quemar los edificios de adentro y disparando grande lluvia de flechas y piedras, arcabuces que también llevaban”;
O, luego de sufrir, como en el caso de Valdivia, según descripción de Barros Arana y de acuerdo al testimonio contemporáneo de Francisco de Quiñones (1600), el asalto de la hueste mapuche al mando de Pelantaro, que “...en la madrugada del 24 de noviembre de 1599, poco antes de amanecer, cayó de improviso sobre la ciudad, dividiéndose en cuadrillas que cerraban todas las calles para impedir la fuga de los desprevenidos pobladores. Los indios ponían fuego a las casas, mataban a todos los españoles que encontraban, sin distinción de edades y de sexo, y se entregaban al más desenfrenado saqueo”;
Había en Valdivia un fuerte armado con buena artillería, pero no había en él un solo hombre; y los indios lo ocuparon sin hallar la menor resistencia. ”Quemaron los templos, haciendo gran destrozo en las imágenes y haciéndolas pedazos con sacrílegas manos”, dice un documento contemporáneo. Después de dos horas de incendio y de degüello, los indios eran dueños absolutos de la ciudad;
Ante tal situación, los europeos tendrán que hacer frente a la rebelión olvidándose de cualquier posibilidad de ayuda rápida y efectiva. Las ciudades del sur quedarán abandonadas por los españoles por un prolongado tiempo. Lo mismo puede argumentarse para el gobierno de Antonio de Acuña y Cabrera, cuando fue atacado en Río Bueno (Juan de Salazar, 1654) y en lo referente al ataque desde el Maule a Osorno en el año siguiente;
Durante mucho tiempo la región fue una zona descartada por los europeos para una posible ocupación. Sólo a finales del siglo XVIII la ocupación española adquiere una nueva fisonomía con la nueva forma que adquiere la conflictiva relación mapuche-española: los parlamentos.
Desde el punto de vista mapuche, fueron años de tranquilidad “…al vencer a los valientes y feroces guerreros españoles más lucirá el valor de los mapuche, que a nadie enorgullece derrotar al débil, y así castigaremos para siempre su soberbia, doblegaremos su altivez, pondremos fin a su codicia y a sus abusos y conseguiremos la verdadera paz.” (Juan de Baba, 1598, discurso de Pelantaro) en los que pudieron continuar con la ocupación del territorio original en acuerdo con las dinámicas estacionales de la naturaleza, sin ver interferida la vida de sus comunidades por la agresión extranjera; manteniendo su estatus cazador-recolector en el marco de una estructura residencial dispersa, de sedentarismo creciente, con ligeros movimientos migratorios de carácter intra territorial.
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Riedemann Vásquez, Clemente; Torres Infante, Jorge (1999;2003) Esbozo para una historia regional del sur. Informe de investigación. Puerto Montt.
Antropología Poética del Sur de Chile / En busca de la Suralidad;
Proyecto de investigación Fondart Regional 2008;
Clemente Riedemann y Claudia Artellano, ejecutores;
(c) SURALIDAD EDICIONES, 2008;
1 comentario:
HISTORIA SINGULAR: RECONOCIMIENTO AL MÉRITO: EL CAPITÁN RUFINO SOLANO, SINGULAR PERSONAJE HISTÓRICO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES Y DE ARGENTINA.-
Hace casi un siglo, a la edad de 76 años, dejaba de existir el capitán azuleño don Rufino Solano. Este muy particular militar, recordado como “El diplomático de las pampas”, desplegó inigualables acciones en favor de la paz, la libertad y la vida en la denominada “frontera del desierto”. Como resultado de estas acciones Rufino Solano, mediante su trato proverbial con el aborigen, consiguió redimir PERSONALMENTE a centenares de mujeres, niños y otros prisioneros, de ambos bandos, impulsado siempre por un notable y especial sentimiento hacia el género, encarnado en la lacerada figura de la cautiva.
Asimismo, se destacan entre sus acciones, el haber evitado sangrientos enfrentamientos mediante sus prodigiosos oficios de mediador y pacificador, pactando con los máximos caciques indígenas (Calfucurá, Namuncurá, Pincén, Catriel, Coliqueo, Sayhueque, entre muchos más), numerosos acuerdos de paz y de canjes de prisioneros. Realizando esta arriesgada tarea en beneficio de la población de Azul y de numerosas localidades de la Provincia de Buenos Aires e incluso de otras provincias aledañas. Entre otras significativas intervenciones del capitán Rufino Solano, se encuentra la de haber formado parte de los cimientes que dieron origen a las actuales ciudades de Olavarría y San Carlos de Bolívar, entre otras más.-
En el plano religioso, cumplió destacado protagonismo sirviendo de enlace en la acción evangelizadora hacia el aborigen llevada a cabo por la Iglesia de aquella época. En cumplimiento de esta última actividad, se lo vio prestando estrecha y activa colaboración al Padre Jorge María Salvaire, fundador de la Gran Basílica de Luján denominado “El misionero del desierto y de la Virgen del Luján” (participó en la célebre expedición a los toldos del cacique Namuncurá) y actuando de ineludible interlocutor entre los jerarcas aborígenes y el Arzobispado de la ciudad de Buenos Aires, en la persona del Arzobispo Dr. León Federico Aneiros, llamado “El Padre de los Indios”.
Esta encomiable labor del capitán Rufino Solano fue desarrollada durante sus más de veinte años de carrera militar y continuó ejerciéndola después de su retiro hasta su muerte, ocurrida en 1913. Actualmente obra en la Legislatura de la Pcia. de Buenos Aires, un proyecto de ley para declararlo Ciudadano Ilustre de dicha provincia.-
http://elcapitanrufinosolano.blogspot.com
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