miércoles, enero 14, 2009

Roxana Miranda Rupailaf: "Soy una mezcla de todas las cosas"

Roxana Miranda Rupailaf. Fotografía de Fabiola Narváez (2008)
Entrevista por Claudia Arellano Hermosilla _______________________________________________________
La hibridación del relato constituye la marca de la naciente literatura de Roxana Miranda, en el que el erotismo señala su novedad y la problematización de la cultura ancestral constituye la reflexión que orienta la construcción de su lenguaje, que incluye una atenta lectura de los demás poetas de raíz indígena.
____________________________________________ El cuerpo que se corrompe. Cuando escribí Las Tentaciones de Eva surgió una mujer que tenía que ver con lo natural, con lo materno, se repetían mucho las imágenes de la naturaleza, los árboles, lo verde como espacio de fertilidad, pero también como espacio de erotismo. Mi poesía es muy interior, pero a la vez muy exterior en cuanto a lo que es el territorio en el cual habito, porque de alguna forma creo que ese territorio está adentro también, es como una geografía del cuerpo, en donde se producen tránsitos y cruces culturales. Por ejemplo, el sincretismo religioso, que tiene que ver cómo la cultura indígena ha adoptado rasgos o se ha apropiado de rituales que son de la cultura judeo-cristiana. Por ejemplo, si tú vas a una ceremonia mapuche o huilliche, esa ceremonia está cargada de vírgenes pero también de cantos en mapusungún, y lo mismo pasa en Chiloé. Yo trabajo mucho el concepto de lo religioso y creo que eso también puede ser un rasgo muy propio del sur, de quién habita o convive entre esas dos religiones. También, trabajo con el relato oral, lo último que estoy trabajando tiene que ver con el chumpal (sirenas/os), una suerte de diformismo, y de cómo estas cosas se entienden como un mal dentro de la comunidad indígena, y entenderlo como un mal también forma parte de una realidad, porque de alguna forma el cuerpo que yo estoy poetizando se va deteriorando al sentir que efectivamente existe un mal que puede destruir a las personas, es como que el cuerpo mismo se va corrompiendo de sus propias creencias que no por eso son malas, porque al fin de cuenta son reales, en el fondo tienen otro sentido. La mayoría de los sujetos femeninos que he creado han tenido una evolución, primero la aparición, luego la afirmación personal, después la erotización, una etapa reflexiva y por último se han autodestruido. En las Tentaciones de Eva, la Eva termina en los últimos poemas comida por gusanos, en la absorción de los venenos el hablante lírico se arroja al mar para botar todo lo rojo, para que todo lo rojo se vuelva azul. Y en el chumpal, lo que estoy escribiendo, a la vez se está destruyendo. Creo que en el fondo es la necesidad de escribir sobre el cuerpo que se corrompe, se elimina porque tiene la capacidad de rehacerse;
La hibridación del relato. A través del discurso judeo-cristiano, que de hecho ya es un relato moderno. Esto ya implica un cambio de concepto en las comunidades, comienza a problematizarse el pasado como una carga, que antes no existía, y por tanto hay que reparar ese pasado para que el futuro sea mejor. Está presente la idea del pecado, de la culpa, del perdón y del paraíso. Y todo eso unido te crea un relato de modernidad para el cual hay que trabajar. Creo que a partir de ahí, uno puede ver elementos de la modernidad, elementos que están mezclados. De hecho, yo como escritora también soy una mezcla de todas las cosas, puede ser que yo no esté problematizando, sino viviendo esa modernidad, por lo tanto, también mi mirada no va a ser una mirada pura. Por ejemplo, el chumpal se transforma en un ser que no es ni hombre ni mujer, es ambiguo de por sí, entonces al crear esos seres ambiguos ya estoy problematizando un nuevo fenómeno que antes no se quería ver. La Serpiente, en mi escritura también tienen que ver con estos relatos mixtos, ahí está Ten Ten y Caicai Vilú, y está el cruce con el relato judeo-cristiano, que apela a la modernidad, porque de alguna forma esa serpiente es el diluvio mapuche, pero también es la serpiente terrenal, es la serpiente que peca, la serpiente que se siente culpable, son las dos serpientes al final. Y se cruza con la serpiente de sal y al final son uno solo. Entonces incorporo esos elementos, pero esos elementos siempre están mezclados, contaminados por cierta modernidad, o por cierto relato de lo moderno;
Mujer y poesía. La escritura es algo que no se puede dejar de lado, porque si una deja la reflexión se estanca. Las mujeres por múltiples razones somos menos constantes. Yo conozco muchas mujeres que se quedan en lo romántico. Hay muchas mujeres que escriben, pero pocas son consideradas. En Rosabetty Muñoz, por ejemplo, hay una reflexión que una sin ser de Chiloé comprende, incluso sin que ella diga que es de la isla. Ella se ha atrevido a tocar temas que nadie trata en poesía, porque parecen crudos y fríos, como que a veces la gente tiene la idea de que la poesía es escribir únicamente sobre lo bello, sobre lo hermoso… Lo mismo pasa con nuestra cultura mapuche, porque igual uno ve que muchos de los discursos que producen los hermanos mapuches son discursos que tienen que ver con una idealización del territorio, más que con la problematización de temas que hay que repensarlos dentro de la cultura. Por ejemplo, los sacrificios, esos temas no son tocados dentro de la literatura. Creo que el gran referente de la poesía femenina mapuche es Adriana Paredes Pinda. Ella me produce sensaciones. Leerla es elevarse. Y escucharla es aún mejor. También Ivonne Coñuecar, que es una joven poeta mapuche de Coyhaique, nieta de brujos. Ella recoge todos esos relatos de brujos de su familia para construir su poesía;
Las reglas occidentales de la poesía. La mayoría de los poetas indígenas hoy día son aquellos que viven en la ciudad y que lograron entrar en la educación superior. La poesía que se escribe en el campo siempre se va a considerar un poco menor, como objeto de estudio cultural más que objeto de estudio estético literario. Ejemplo concreto de esto es que en las antologías poéticas mapuche de hoy no aparece nadie que sea autóctono de una comunidad. Dentro de lo mapuche hay distintas formas de poesía, pero el hecho de colocarlas en un libro la transforma en poesía con reglas occidentales; también hay que juzgarlo desde ese punto de vista. En realidad uno no puede decir que toda la poesía indígena por hablar de su territorio, es buena; eso es una excusa, porque un poeta también tiene que saber escribir un libro bajo las reglas a las que él está apelando. El tema es complejo porque de alguna forma yo me imagino creciendo en una comunidad y de pronto encontrarme con la poesía, que ocupa un lugar ritual o instrumental y que pase a ocupar un lugar estético. Porque la poesía que hoy pierde ese carácter ritual apela tal vez a ese carácter, pero lo pierde, no se considera “verdadero” por la comunidad, por decirlo de alguna manera. Para la comunidad, la poesía va a estar asociada a los hechos de la comunidad, por lo tanto ese valor siempre va a ser mayor al valor de una poesía eterna. Cuesta hacer lecturas en comunidades, a la gente le gusta porque están hablando de su territorio, pero a la vez, no ven ese relato como lo cotidiano;
Poesía del sur. En el sur apelamos mucho a lo natural y cuando hablamos de la ciudad generalmente es esa ciudad casi imaginaria, con barcos; en cambio las poéticas que se producen en el centro o en Santiago, por ejemplo, casi siempre están tratando de buscar vanguardia. Acá se escarba más hacia el pasado, allá se escarba más hacia el futuro. Acá la mirada siempre es hacia atrás, yo creo que esa es la principal diferencia, son distintas las lecturas. El lenguaje al que apuntan los del centro problematiza otras cosas, no por eso menos rico. Tiene otra realidad, otra es la cotidianeidad donde ellos se mueven. Acá hay otras cosas que también hacen un lenguaje vivo, pero ninguna de las dos poesías es menor, solamente son distintas;
Cruces inter étnicos. Creo que el libro de Clemente Riedemann, Karra Maw´n, fue un gran referente sin ser un texto indígena, pero hablando desde lo indígena y lo español. Hoy día se separa lo indígena de lo no indígena, pero en realidad una persona que no es indígena también puede hablar desde lo indígena. A partir de ahí se genera una discusión de lo que es mi cultura y lo que es la cultura del otro. Más tarde surge Jaime Huenún, Cesar Millahueque, Pablo Huirimilla, Bernardo Colipán. Con Canto Luminoso de Tierra, Jaime está problematizando la matanza de Forrahue, está haciendo dialogar los textos, los diarios, que son elementos netamente modernos, está problematizando lo que son los campamentos como la población Schilling en la ciudad de Osorno. Y lo mismo pasa con Huirimilla, que entra a problematizar lo que fueron las conquistas, los héroes indígenas, las rancheras. Bernardo Colipan, en su poema El arco de la negación escribe “Cuando emigraste, Arnoldo, de San. Juan de la Costa para hacer tu servicio militar en la ciudad, en el potrero se echó la vaca de la angustia. Se te dijo que la vida en la ciudad era una gallina de espinazo pelado de tanto ser pisada por el gallo del destino. Se te advirtió que tengas cuidado. Pero ascendiste en las laderas de lo esencial, cambiaste a la Rosita Rupailaf por la Lulú Salomé”;
¿Y el choque inter étnico? El choque se presenta en las escrituras indígenas más conservadoras, más fundamentalistas, como las de Emilio Huaiquin, que de alguna manera se resiste ser el otro; en el mismo Elicura Chihuailaf hay un resistencia a ser lo otro y a verse a uno mismo sin ver al otro, eso para mí es un choque. También Adriana Paredes Pinda: ella tiene un poema que se llama Sanación: “No quería mapuche por eso la pena y piojos blancos, tuvimos que enamorarla con raulí…” Ahí hay cierta negación, pero está el choque entre este hablante lírico que quiere salvar a esta niña. De alguna manera existe en Peredes Pinda esa búsqueda constante de lo mapuche, de lo indígena. También dentro de la poesía mapuche hay distinciones: está la poesía de Temuco que tiene que ver más con la resistencia; y la poesía Huilliche está asociada a un cotidiano marítimo, a los rituales en el mar y a sus seres encantados. Yo creo que desde Valdivia al sur es poesía Huilliche, incluyendo Chiloé. Y en esta poesía mapuche y no mapuche está presente y latente el tema marítimo, porque de ahí proviene la riqueza, proviene la religión, todo proviene desde el mar, como elemento vital y como elemento del paisaje también. La ciudad se construye cerca del mar.
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Entrevista a Roxana Miranda realizada por Claudia Arellano Hermosilla el 26 de julio de 2008, en Osorno;
ANTROPOLOGIA POETICA DEL SUR DE CHILE. PROYECTO FONDART REGIONAL 2008; Clemente Riedemann y Claudia Arellano ,ejecutores;
(c) SURALIDAD EDICIONES, 2009;

Literatura e identidad en el sur de Chile

Clemente Riedemann y Claudia Arellano
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Por sobre las variaciones de estilo, preferencias temáticas o corrientes estéticas asumidas por los distintos autore(a)s, el estudio de la obra poética escrita en el sur de Chile revela un ideario que remite claramente a un todo cultural operando como fenómeno en la diferenciación, pertenencia e identidad.
____________________________________________ El sur de Chile, en tanto territorio contenedor de sentidos y representaciones simbólicas se expresa a su manera a través de la poesía escrita en ese ámbito o acerca de él por autores y autoras que residen en otras latitudes. Las muestras antológicas del territorio son escasas, siendo la más destacada Poetas actuales del sur de Chile (1993) de los Drs. Oscar Galindo y David Miralles que hasta ahora permanece como el único estudio de orden académico en considerar el territorio “sur de Chile” como el espacio situado entre el río Bio Bío por el norte y hasta Magallanes como límite sur. Puede ser considerado, en estos términos, como una obra pionera y precursora en su visión contextual;
Otros estudios en esta dirección son los del profesor Dr. Iván Carrasco (2000), quien ha acuñado el concepto de etnocultural para designar a la poesía que se supone característica de este territorio “La poesía etnocultural continúa –señala Carrasco- transforma y supera en forma simultánea dos direcciones estéticas de la poesía anterior: la poesía lárica y la literatura indigenista, además de la etnoliteratura mapuche. Se refiere a elementos, problemas y espacios comunes (la relación del hombre con su entorno, la vida indígena, los conflictos socioculturales, etc.), pero los sitúa en el marco de una preocupación mayor: las modalidades de interacción de grupos étnicos y socioculturales diferenciados, en espacios rurales, urbanos, continentales e isleños. Los sectores enfatizados hasta ahora son los indígenas mapuches, selknam, yámana y qawashqar; los conquistadores españoles; los colonos extranjeros (sobre todo alemanes y yugoslavos) y los chilenos propiamente tales. La poesía etnocultural ha explicitado la problemática del contacto interétnico e intercultural mediante el tratamiento de los temas de la discriminación, el etnocidio, la aculturación forzada, la injusticia social, educacional y religiosa, la desigualdad socioétnica, poniendo en crisis las perspectivas etnocentristas predominantes hasta ahora”;
El libro de entrevistas Héroes civiles y santos laicos: palabra y periferia: trece entrevistas a escritores del sur de Chile (1999) del poeta y antropólogo Dr. Yanko González destaca: “Aquí hablamos de autores del sur de Chile en tanto participan de un universo cultural signado por un sustrato indígena importante (mapuche-huilliche); un sustrato cultural mestizo (alemanes, españoles y chilenos); étnicamente activos, cuyo cruce simbólico se encuentra en permanente reacomodo. Fenómenos específicos como la colonización europea, el aislamiento geográfico y sociocultural, así como la especiación biológica; y la irrupción relativamente reciente de los medios de comunicación de masas.” González tiene a la vista el citado estudio de Galindo y Miralles en lo referente a la delimitación territorial;
También cabe mencionar los estudios del poeta y profesor Dr. Sergio Mansilla (2003), quien señala “Tal vez estemos efectivamente ante una nueva ética cuyos alcances aún no pueden ser del todo percibidos. Nueva ética que comportaría una estética peculiarmente comprometida con la historia, caracterizada por el afán de refundar/reciclar el imaginario colectivo tensionando el lenguaje, la representación en sí misma, desde posiciones subalternas y/o periféricas, de resistencia en todo caso, pero negociando con los mecanismos ideológicos dominantes, impulsando una recomposición del presente desde y a través del pasado (real y/o (im) posible), legando así para los días venideros la huella de un tiempo de profundas escisiones”;
Tal como lo hemos señalado, los criterios remiten claramente a un todo cultural operando como fenómeno en la diferenciación, pertenencia e identidad, aspectos refrendados tanto en las obras analizadas como en las entrevistas realizadas a sus autores y autoras en la investigación que hemos llevado a cabo.
____________________________________________________ Referencias. Galindo, Oscar y Miralles, David. (1993) Poetas actuales del sur de Chile. Antología-crítica. Ediciones Paginadura, Valdivia; Carrasco, Iván. (2000) Poetas mapuches en la literatura chilena. Estudios Filológicos Nº 35, Universidad Austral; p.139-149; ISSN 0071-1713; González, Yanko. (1999) Héroes civiles y santos laicos: palabra y periferia: trece entrevistas a escritores del sur de Chile. Ediciones Barba de Palo. Valdivia; Mansilla, Sergio. (1993) Poesía chilena en el sur de Chile 1975-1990. (Proyecto Interno Universidad de Los Lagos, Osorno, Nº 304-17); Otros estudios consultados; Casanova, R. y Zumelzu, M. (2006). Actos de nominación en la poesía del sur de Chile. Tesina. Universidad Austral. Valdivia;
ANTROPOLOGIA POÉTICA DEL SUR DE CHILE; PROYECTO FONDART REGIONAL 2008; Clemente Riedemann y Claudia Arellano, ejecutores;
(c) SURALIDAD EDICIONES 2009;

lunes, enero 12, 2009

Historia Regional VI: El siglo veinte

Universidad Austral, Facultad de Filosofía. Foto de Internet.
Clemente Riedemann y Jorge Torres Infante
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El siglo XX marca el paso de la estructura colonial a la industrial en la región y ello deviene en la aparición del urbanismo a escala provincial. La economía logró adscribirse y contribuir al modelo productivo nacional, pero la difusión de la actividad cultural fue restringida a los espacios de circulación locales. La fundación de universidades tampoco logró revertir el predominio del centralismo en la toma de decisiones a nivel de los gobiernos provinciales y regionales.
____________________________________________ La décima región comienza un lento desarrollo en el siglo XX, con ciudades que presentan cantidades ínfimas de población. Hacia 1920 únicamente Valdivia ha superado los 20.000 habitantes y surge rodeada de propietarios agrícolas, con un activo comercio y una industria vigorosa (ha superado 3 sismos y tres incendios). Osorno, con una población de 12.440 habitantes, es una zona agrícola (trigo y ganado vacuno). Puerto Montt bordea los 10.000 habitantes. Y Chiloé, de vida colonial. La región se inicia con “el sur alemán”, por el norte, en donde Gonzalo Vial reconoce: “..(Un Osorno) que florece con numerosos hoteles, rico comercio. El secreto es la zona agrícola – trigo y ganado vacuno - que circunda la ciudad: las haciendas son extensísimas; las cabezas de ganado, innumerables; los dueños, pocos y prácticamente todos alemanes. En Valdivia, la inmigración germana ha revitalizado la vieja ciudad colonial y militar: [...] La ciudad es bella y europea; el paisaje, cuando reluce el sol sobre su gran río, tiene una alegre hermosura. [...] Como Osorno, Valdivia está rodeada de extensas propiedades agrícolas. Asimismo hay activo comercio e industrias vigorosas, en especial cervecerías, curtiembres y todo lo relacionado con el río...”; Para luego continuar en la zona de Llanquihue con: “[...] (Y) desde el Lago Llanquihue hasta Puerto Montt (los alemanes): pequeños o media-nos propietarios, literalmente pegados a la tierra, trabajándola con encarnizamiento y con ayuda de la propia familia. Una casa reducida, muy simple, y algunas construcciones complementarias (pero separadas). Se usaban en todas ellas las maderas autóctonas: roble, laurel y alerce.” Y, finalizar en: “[...] Más al sur queda Chiloé (colonial aún y tan remoto – física y espiritualmente – como otro país), y las islas y valles cordilleranos, que empiezan a ser un nuevo far-west.”;
Las restricciones dispuestas para el comercio exterior en Alemania hacia 1920 y la ley de alcoholes instaurada en Chile, redujeron considerablemente el impetuoso desarrollo industrial y comercial de la inmigración alemana en el sur de Chile, que entró en un periodo de estancamiento; Sin embargo, la construcción del ferrocarril rediseñará una parte de la estructura urbana de la región al crear nuevos poblados a la vera del riel y poner en jaque el complejo desarrollo alcanzado hasta entonces por el transporte náutico, principalmente en Valdivia y en el gran lago Llanquihue. Pero, paralelamente, se abre paso la producción fabril a gran escala y de alta tecnología: alimentos, vestuario, madera, papeles, cerámica, metalurgia, construcción naval y ferroviaria. Se desarrolla el transporte motorizado urbano y aéreo, la fotografía y el cine, hasta culminar con la fundación de la primera universidad en 1954 (Universidad Austral) en Valdivia; En 1960 este proceso de desarrollo se ve afectado por un gran terremoto que pondrá a la región en el centro de la preocupación nacional, al menos por algún tiempo... Asimismo, la región nuevamente dejará de ser periferia momentáneamente cuando se presente el Problema de Palena (1964-1966), a raíz de nuevas dificultades limítrofes con Argentina. El impulso industrial se revitaliza con la instalación de plantas procesadoras de remolacha en Rapaco y Llanquihue, pero su decadencia a fines de la década de los 70 generará frustración, lo que se verá compensado por la reorganización político-administrativa que reconfigura la región y abre nuevas perspectivas de contacto con el sur austral;
Sin embargo la regionalización devino en una simple re-ordenación territorial similar a la anterior, de carácter provincial, habida cuenta que ella no se tradujo en una real autonomía de los segmentos territoriales para diseñar estrategias de desarrollo funcionales a sus intereses, continuando la tradición centralista en una nueva dimensión. Tampoco se hizo realidad una integración con el sur-austral. Por el contrario, lo que prosperó fue el deseo de división, lo que se haría realidad en los primeros años del siglo XXI; El establecimiento de nuevas universidades en Osorno, Puerto Montt y Chiloé significaron un avance en la generación de pensamiento crítico regional y en la actividad cultural, pero sin alcanzar la fuerza ni la consistencia necesaria para constituir polos de desarrollo que significasen un contrapeso al predominio del centralismo.
En su dimensión política, la industrialización propició el advenimiento de la pequeña burguesía y las llamadas "capas medias" en el control del aparato administrativo de gobierno a partir de Arturo Alessandri Palma (Constitución de 1920); luego de un periodo de ajustes socio-políticos, la democracia republicana se consolida con los gobiernos radicales, de impronta social-demócrata, que cambia su orientación hacia el desarrollismo con el gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970), periodo que abre la participación de las grandes mayorías en la toma de decisiones político-sociales, culminando con la presidencia del líder Salvador Allende, representante del progresismo y la cultura popular (1970-1973); el golpe de Estado propiciado por el aparato de seguridad estadounidense en alianza con los sectores más conservadores del país, interrumpen este proceso de democratización económica, social y cultural, instaurando un periodo de represión, violencia e incomunicación interior y con el exterior, proceso liderado por las Fuerzas Armadas que gobiernan dictatorialmente, con exclusión de las libertades civiles hasta 1990, cuando se inicia la restauración republicana con el gobierno de Patricio Aylwin, en el marco de un orden económico neoliberal que se encuentra consolidado al finalizar el siglo.
________________________________________________________ Riedemann, C; Torres Infante, J. (1999) Bosquejo para una Historia Regional. Proyecto Fondart Regional. Puerto Montt; Antropología Poética del Sur de Chile / en busca de la Suralidad; proyecto Fondart Regional 2008; Puerto Varas; ejecutores Clemente Riedemann y Claudia Arellano; © SURALIDAD EDICIONES, 2009; suralidad@gmail.com

lunes, enero 05, 2009

Habitar la frontera

Calle con tres. Obra de Danilo Sepúlveda.
Nota por Clemente Riedemann.

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Las fronteras entre lo culto, lo popular y lo masivo aparecen difusas o inexistentes bajo la espesa capa de información polivalente que pareciera ahogarnos. Durante algún tiempo persistirá la impresión de estar sumidos en un remolino de información circulando en torno a convocatorias sin sentido. La multiculturalidad de la mensajería actual carece, por ahora, de un lenguaje sintético. Se lo busca tentativamente en el sensacionalismo, pero éste sólo actúa cómo agente de sobrevivencia de la identidad y la diferenciación a falta de un auténtico derrotero para la cultura, que exige resignificación.
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Asedio a los límites de la privacidad. El proceso de transfronterización de la información y los saberes aparece vinculado al desarrollo de la tecnología mediática derivada de la mayor movilidad del ser humano a través de la superficie terrestre, de la atmósfera adyacente y por el espacio exterior cercano. Los medios, en sus distintos momentos de evolución tecnológica, han debido adecuarse al impulso expansivo y exploratorio de la naturaleza humana a fin de dar cuenta de las nuevas experiencias, registrarlas, conservarlas, clasificarlas y arribar a nuevas y cada vez más complejas formas de pensamiento y análisis, lo que a su vez permite refinar la tentatividad y la especulación en relación con las posibilidades y límites del devenir;
Ruptura como continuidad. De modo que la “ruptura” de los límites entre lo culto, lo popular y lo masivo que se advierte en la actualidad, es el resultado de un largo proceso evolutivo de la tecnología, cuya innovación implicó siempre complejos procesos de reflexión e ideación, sumado a la capacidad para materializarla en instrumentos y artefactos. A su vez, cada innovación tecnológica derivó en cambios culturales y sociales de diversa magnitud, procesos de ajuste en el empleo de la novedad tecnológica a fin de obtener el beneficio de una mejor comunicación, más completa y cercana a la realidad y, por tanto, más representativa de lo propiamente humano. No se trataría, por tanto, de una ruptura propiamente tal, sino de una progresión hacia dimensiones más integradas de la realidad o bien, la posibilidad de visualizar y comprender la congruencia natural de “todas las cosas del mundo”, que es el estado original del universo, visualización obstaculizada por la manipulación de la información con fines evangélicos –religiosos, políticos, económicos o culturales- en un primer momento y por la fragmentación de la realidad propugnada por el racionalismo cientificista como método de acceso al conocimiento a partir de los tiempo modernos; Depuración del multiculturalismo. La producción comunicacional tiene por delante la necesidad de iniciar un proceso de depuración de los lenguajes textuales e imaginativos para recuperar el flujo progresivo de la expansión de la conciencia. Por el momento y durante algún tiempo persistirá la impresión de estar sumidos en un remolino de información circulando en torno al vacío de la significación. Para ello quizás deba esperarse el surgimiento de una nueva visión de devenir –una puerta de salida hacia la continuidad de los procesos biológicos y sus respectivas modalidades culturales- que seguramente se encuentra en ciernes, algo difuminada bajo la espesa capa de información polivalente que por momentos pareciera ahogarnos;
La multiculturalidad de la mensajería actual carece, por ahora, de un lenguaje sintético. Se lo busca, tentativamente, en el sensacionalismo, pero éste sólo actúa cómo agente de sobrevivencia de la identidad y la diferenciación a falta de un auténtico derrotero para la cultura, que es, como luego de los viajes de Alejandro Magno, Marco Polo, Cristóbal Colón o Yuri Gagarin, una gran fresco de la diversidad que exige resignificación. Y, como ocurrió con el fuego, el bronce, el hierro, la carabela, la imprenta, el reactor atómico y la fibra óptica, la mente humana desborda en imaginación y juego ensimismado al amparo de la novedad inicial, para después dar paso a la sensatez y sensibilidad característica del quehacer orientado a la estabilidad sistémica. Al menos ocurre así con la parte humana que exige continuidad para la vida. Este sentido de futuro es el que alienta la investigación de una antropología poética de Suralidad y no el pasado, como lo piensan los consumistas del decadentismo de moda, tontos útiles de aquellos que propician la ruina del planeta -incluída la aniquilación del pensamiento crítico- a fuer de conseguir arrimar barriles de oro a sus bodegas; Mientras tanto, vivamos un día más en el vértigo de la frontera. ¡Welcome to Tijuana!
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El autor es Magister en Comunicación;
(c) SURALIDAD EDICIONES, 2009;

LAS TENTACIONES DE EVA / Roxana Miranda Rupailaf

Reseña por Oscar Barrientos Bradasic
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En Las tentaciones de Eva, Roxana Miranda no le rinde culto a los estereotipos etnoculturales y feministas. Destaca su capacidad para repensar la jerga de nuestra época, desnudar sus contrasentidos e incluso su naturaleza degradante y coercitiva. Su moneda de cambio es la sospecha: su única certeza, su última palabra.
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Muchos han querido leer la literatura chilena como un concepto pendular que gravita entre la continuidad y la ruptura. De esta manera, se habla habitualmente de una literatura que polemiza con los discursos patriarcales, con la poesía etnocultural, etc. Esta perspectiva se centra en la certeza de que estas líneas temáticas abordan el texto literario desde la periferia y colocan en la palestra las paradojas de nuestra construcción cultural;
Límites excesivamente metodológicos al fin y al cabo, que en sus versiones más tajantes suelen caer en la simplificación y el estereotipo, porque problemáticas como el género y la identidad étnica son ejes de discusión muy versátiles;
Creo que esta idea se refuerza en el libro Las tentaciones de Eva (2003), de Roxana Miranda Rupailaf. La joven autora es ya una voz importante en la poesía del sur de Chile. Ha sido distinguida en varias ocasiones, ha enseñado literatura española en Alemania y fue incluida por Jaime Huenún en la antología 20 poetas Mapuche contemporáneos (2003), datos que hablan de una experiencia global, del diálogo intercultural y de una mirada que problematiza la feminidad, asumiendo la difícil madeja de sus conflictos más fundamentales: “Se ha retrasado mi amante, / 2 horas y 15 segundos./ Voy a hablarle al celular./ Dice que viene en camino./ ¿Estará bien mi maquillaje?”;
Poesía escéptica, empapada con la luminosidad del abismo. En ese proceso de desmitificación de la Eva que habitó el viejo paraíso, se revela un ser femenino que se abre paso entre desgarradores patrones de conducta, conjugando el verso cuidado y retórico con el constante afán
paródico:”Un caballo vuela al sur en medio de la guerra. / Un caballo sin alas montado en una nube, / me llama a la puerta de mis sueños/ donde soy potra más rubia que el sol.”; Roxana Miranda ha ido creando un espacio donde se advierte la construcción de un proyecto que expresa con voz propia, con una mirada de profunda desesperanza ante las relaciones de poder, que se dan incluso en la cursilería de las parejas en los acercamientos a la sexualidad juvenil. Pero también está presente el vacío y la angustia existencial: “Las hojas se fueron cayendo de mi cuerpo, / e inundaron la pieza de nostalgias. / Desnuda, / el sol no quiso entrar por mi ventana./ Acurrucado entre mis dientes murió un pájaro./ El viento me golpea contra el techo en las mañanas./ De rodillas, me deja el leñador sin palabras.”;
Destaca su capacidad para repensar la jerga de nuestra época, desnudar sus contrasentidos e incluso su naturaleza degradante y coercitiva. Las tentaciones de Eva no le rinde culto a los estereotipos etnoculturales y feministas; su moneda de cambio es la sospecha: su única certeza, su última palabra.
___________________________________________ Referencias; Huenún, Jaime. (2003) 20 poetas mapuche contemporáneos. Edición bilingüe. Tradución al mapuzungún de Victor Cifuentes. LOM Ediciones. Santiago; Miranda Rupailaf, Roxana. (2003) Las tentaciones de Eva. Colección de Premios Luis Oyarzún, Secretaria Ministerial de Educación. Región de los Lagos. Puerto Montt;
Obra incluida en el estudio Antropología Poética del Sur de Chile, en busca de la Suralidad, Fondart Regional Los Lagos 2008; Clemente Riedemann y Claudia Arellano, ejecutores; © SURALIDAD EDICIONES, 2009; suralidad@gmail.com

domingo, diciembre 28, 2008

Jaime Huenún : "El sur comienza en una nube y termina en un árbol"

Jaime Huenún en el Lago Maihue. Fotografía de Clemente Riedemann; Entrevista de Claudia Arellano Hermosilla ___________________________________________ El más relevante poeta mapuche-huilliche de la actualidad comunica con lucidez y belleza expresiva sus opiniones respecto de la identidad cultural, la globalización, la poesía chilena contemporánea y refiere circunstancias inéditas de su azarosa biografía atravesada por la estigmatización y el reconocimiento de los valores de su ancestralidad. __________________________________________________
Construcción del concepto de identidad. Se trata de un concepto de gran complejidad, estudiado por diversas disciplinas. Pero si tengo que hablar de ello desde mi perspectiva de poeta y de autor vinculado a un territorio y también a una cultura determinada -en mi caso la matriz cultural mapuche-huilliche mestizada- creo que inevitablemente tengo que hablar de una memoria. La identidad tiene que ver con la memoria. Y esta memoria mía está arraigada a una genealogía inscrita en un paisaje determinado, en una serie de personajes que yo incorporo poéticamente en mi trabajo literario y con ello intento dar cuenta de esta identidad. Un sujeto poeta huilliche mestizo, una identidad dinámica que es también dialéctica. Que va mutando de acuerdo al contexto histórico, cultural, económico de la zona de la que yo provengo y a la cual yo canto en mi trabajo literario. El concepto de identidad está ligado a los elementos del paisaje, al ámbito humano, a un territorio en constante mutación. Pienso que el concepto ha sido usado abusivamente, pero en este caso creo que corresponde aplicarlo a esta matriz cultural sureña de la que yo vengo y que tiene estos elementos indígenas mestizos que interactúan con otros grupos humanos y que se instala en un presente a través de la condensación y extrapolación de los elementos del pasado; La identidad mapuche-huilliche. Yo me crié en una población marginal de Osorno. En esa población la mayoría éramos indígenas huilliches. Gran parte de ese grupo estaba construida por desplazados, gente que venía del campo; tomaba un terreno,formaba su familia y generaba su vida ahí. Yo soy hijo de una toma de terreno y soy hijo de una situación cultural en que el huilliche como tal no existía. El huilliche urbano no existía. Nosotros siempre escuchábamos el concepto despectivo de “indio”. Nosotros éramos indios y el de más allá era indio. Y habían sujetos más indios que otros. Entonces vivíamos constantemente en una especie de espiral de elementos despectivos hacia nosotros mismos. Nos basureábamos unos a otros como sujetos indígenas, no sabíamos de nosotros, no teníamos una memoria instalada. Nuestros padres, de alguna manera, habían sido formateados en la sociedad osornina blanca y cada indio de la población quería ser un ciudadano osornino blanco. Esa situación cultural enfermiza sigue reproduciéndose, aún cuando en estos tiempos hay una apertura hacia lo indígena. Pero en Osorno es complicado porque la realidad de la población huilliche es muy dramática en muchos aspectos. Bueno, nosotros no sabíamos de nosotros. No sabíamos de nuestros orígenes inmediatos. Mi abuela era tal vez el único contacto, el único puente con una realidad cultural que desconocíamos. Mi abuela se llama Matilde Huenún, tiene 84 años. Ella salió con su madre de su comunidad de origen a muy temprana edad. A los cinco o seis años tuvieron que irse de ahí porque fueron expulsadas de su territorio, de manera violenta, con asesinatos de por medio. Salieron "como gitanos" -dice ella- y empezaron a instalarse en pequeños retazos de tierra que conseguían temporalmente. Finalmente ella fue puesta en la Misión de Quilacahuín. Estudió un año allí. A los 11 años empezó su vida como empleada doméstica. Pasó toda su vida en esa labor en casas alemanas o chilenas… Así que ella se formateó en esa rutina laboral hasta que se jubiló. Entonces empezó a aprender la lengua alemana y fue perdiendo lo poco de chesungún que sabía por parte de su madre y de sus tíos. Y nosotros nos empezamos a criar en este territorio de exilio. Fuimos desarrollando nuestra vida mestiza, como una familia india que no se reconocía como tal y que en definitiva fue configurando en nosotros la idea de que los indios prácticamente no existían. Nosotros éramos indígenas, pero no sabíamos que existíamos… Ni siquiera sabíamos que existían los indios de San Juan de la Costa. Para nosotros ésos eran campesinos que llegaban a la ciudad de Osorno a comprar o a vender. Ya instalado en el mundo académico de "la escuela chilena urbana" -como digo yo- empecé a tener intereses literarios, intereses políticos. Y poco a poco me fui enterando de quiénes éramos, de donde proveníamos. Empecé a escuchar con más atención a mis tíos del campo que eran todos huilliches. No sabíamos ni el significado de nuestros apellidos. Hasta que por mis intereses literarios empecé a indagar. Mi propia abuela tenía su historia, mis propios tíos tenían una historia que contar respecto a ese mundo antiguo, pero muy presente en la zona. Entonces empecé a entender que mis vecinos Nahuel también eran huilliches y que sus apellidos eran apellidos de importancia dentro de la cultura ancestral, al igual que los Llanquilef, los Huaiques, los Huaiquipán…Todos los vecinos que nos rodeaban pertenecían a una matriz cultural distinta, que habían perdido mucho en un proceso histórico dramático… Un proceso de pérdida territorial, de lengua, de elementos culturales y que se instalaron en la modernidad chilena, osornina, blanca, de una manera muy trágica. A partir de allí y desde una perspectiva más bien política -de izquierda en ese instante- empecé a buscar información en libros, en la oralidad, en la conversación. Empecé a entender esta violencia, la violencia de la población callampa osornina, la violencia del huilliche, el fratricidio. Me empecé a dar cuenta que el fratricidio era una cosa común en San Juan de la Costa, que los asesinatos eran brutales, que las peleas eran a hachazos y a palos. Y lo mismo sucedía en mi población: los huilliches se peleaban entre ellos de una manera descomunal. Empecé a entender de dónde venía esta violencia, de dónde venía este dolor que se manifestaba como violencia cotidiana. Y, obviamente, empecé a tomar partido por mi familia, por mi origen. Tomé partido por la voz de mi abuela que estaba absolutamente mestizada, colonizada. Empecé a entender los relatos de mis parientes del campo cuando decían “Nosotros hacíamos un Guillatún y era una tremenda fiesta”, “Nosotros íbamos en bote y llevábamos a mucha gente al Guillatún”. Pude comprender la parsimonia del indígena. Busqué en los sueños y en la palabra oral el sentido de nuestra propia existencia, el por qué estábamos ahí. Por qué veía ritos que no eran ritos propiamente tales: los Huaique, por ejemplo, hacían grandes comilonas; eran muy pobres y hacían todo ahí en una gran olla en el patio con mucha basura… Cocinaban cabezas de vacuno, intestinos, todo lo que podían recolectar. Y organizaban grandes fiestas que terminaban en peleas formidables. Empecé a entender por qué se daba todo esto, por qué todo aquello en lo que yo estaba inmerso era deplorable, marginal, era mal visto, era sucio… Pero entendí que tenía un origen. Eran réplicas de antiguos ceremoniales campesinos. Supe por qué los velorios eran tan concurridos: la gente hablaba mucho, pero no sólo del muerto, sino de todos sus asuntos como comunidad. Y yo me alimenté de todo eso y también de la narrativa, de la conversación de la gente que iba al bar donde yo desde niño atendía. Y ese bar estaba lleno de historias, de gente que tenía cada una su particular modo de ver la existencia. Un realismo sucio y mágico. Eso me marcó y de ahí en adelante empecé a asumir mi condición de mestizo. Era un indígena y debía tomar mis opciones. Mi madre hacía catutos, hacía muday, zopaipillas, recolectaba hongos y luego los vendía en la ciudad. Compraba en la feria cosas que entonces nos parecían normales, pero que desde el punto de vista étnico empecé a entender que ésas eran comidas de indios, comidas de huilliches que consumíamos a diario. Entonces, como te digo, despertar a todo eso fue fundamental. Ese fue el primer alimento de mi escritura. Y por eso hoy día asumo que mi compromiso es más ético y estético, que político. El sur comienza en una nube y termina en un árbol. Los límites territoriales en mi trabajo literario están básicamente asentados en diversos sectores de la provincia de Osorno. Tiene que ver con el mundo mapuche-huilliche de San Juan de la Costa, de San Pablo, de Quilacahuín, de la misma ciudad de Osorno. Estos espacios son parte estructurante de mi libro Ceremonias. En él también aparece una lógica vinculación con la Araucanía, pues viví allí algunos años, pero se trata un espacio que no he explorado en términos poéticos de un modo intensivo, precisamente porque no nací allí. La comprensión de un territorio determinado implica una experiencia larga en el tiempo. Aunque viví 12 años en La Araucanía, no llegué a conocerla completamente. Pienso que la poesía se construye con una experiencia válida de conocimientos y la asunción de cierto lenguaje característico, pero también con cierta luz, con ciertas historias propias de ese territorio. Ahora, yo creo que el poeta cuando se instala en un espacio determinado no necesariamente está refiriéndose a él, sino que está construyendo una versión de ese territorio, una indagación, una exploración, lo que finalmente se convierte en una ficción poética. Entonces, en ese sentido, mi trabajo, situado en un territorio específico, intenta trascenderlo por medio del lenguaje poético e instalarlo como un territorio más dentro de los espacios de la poesía; Globalización, memoria e identidad. Son ejes conceptuales que obviamente han incidido en la conformación de las ciudades en esta parte del país, las cuales -desde una dimensión de aldea o pueblo peregrino- se convirtieron gradualmente en entidades productivas, vinculadas a la economía nacional y transnacional. La globalización ha llegado al sur de Chile a través de la economía y de manera más tenue a través de la cultura. Pero me parece que la modernidad sureña es una modernidad a medias. Todavía se observan rasgos medievales en las relaciones humanas, culturales, económicas, políticas. Por lo tanto esta “modernidad” -nacional o capitalina- no se encuentra plenamente instalada en el sur. Ciudades como Osorno, Valdivia o Puerto Montt parecen más bien factorías, espacios de instalación de un producto determinado. Desde el ámbito de la literatura se ha intentado de alguna manera visibilizar esos espacios e instalarlos no como producto turístico o exótico, sino como indagación poética, con su problemática histórico-social. La globalización ayuda con elementos tecnológicos que favorecen la comunicación masiva, lo que permite tener una visibilidad más o menos universal en algún sentido, pero creo que en el caso específico de los pueblos originarios como la sociedad mapuche-huilliche, se mira a este conglomerado humano como un reducto enrarecido por el exotismo, por el retraso económico-cultural, y estancado en una memoria que no es viable económicamente; Lo crudo y lo cocido de la globalización. Pienso que la globalización tiene aspectos mejores y peores. Por una parte hay elementos positivos que permiten instalar estos territorios en diversos niveles: comunicacional, económico, cultural, político, a través de los recursos mediáticos. Permite la visibilidad de este conjunto de sociedades friccionadas. Por otra parte, la globalización apuesta a ocultar aún más ciertas realidades, porque solamente se visibiliza aquello que pudiera tener algún interés desde el punto de vista de la economía neoliberal. Es así como en el plano del turismo hay mucha oferta; o en el plano de la explotación económica de los mares o de los bosques; o en el intento de preservar masas de agua pura que el día de mañana van a ser el gran negocio. Entonces, creo que hay una visibilidad que permite la globalización en ese ámbito, pero que oculta las problemáticas, las fricciones, la dolorida memoria de la gente que habita ancestralmente esos territorios. Oculta el historial político del sur; El lenguaje de la poesía del sur. Creo que, en términos generales, la poesía del sur de Chile que se escribe entre Temuco y Chiloé presenta gran diversidad de enfoques, tonalidades, posturas, posiciones, que la enriquecen como conjunto, sin perjuicio de elementos que son comunes. Uno de ellos es el lirismo, como rasgo principalísimo. Otro elemento, que parece ser contradictorio con el anterior pero convive con él, es la narratividad. La poesía sureña es narrativa como se observa en varios de los poetas más visibles. Siempre se cuenta una historia, hay un relato. No son imágenes desatadas al estilo surrealista, donde vas instalando fragmentos de sueños o absurdos lingüísticos. Se trata de un lirismo que tiene una lógica y también hay una lógica de la narrativa pulsando este lenguaje poético del sur. Observo aún un tercer elemento, que tiene que ver con la vinculación estrecha de esta poesía con un espacio territorial determinado. Siempre hay indicios de dónde está escribiendo el poeta o dónde está instalando su canto o su narración poética. Los poetas sureños hablan desde un territorio determinado, trascendiéndolo. En términos de lenguaje, el poeta del sur persiste en hacer de su poesía una construcción comunitaria, no se encierra en una teoría literaria, que es lo que yo advierto en la poesía de los últimos 15 años escrita en Santiago, donde persiste la tendencia a desarrollar teorías, experimentalismo formal, una obsesión por el rupturismo, lo que no logra instalarla en los espacios comunitarios. La poesía del sur tiene todavía la vocación de dirigirse a una tribu. Ser “la voz de mil almas”, como escribió Nietzche, aunque se publican quinientos ejemplares por edición. Yo creo que el poeta sureño intenta todavía instalar una voz y una construcción que le compete a toda la sociedad. El poeta se hace cargo de problemáticas no solamente individuales, sino comunitarias, sociales. __________________________________
Entrevista a Jaime Luis Huenún realizada por Claudia Arellano Hermosilla el 7 de agosto de 2008, en Santiago de Chile;

Texto parcial editado por Clemente Riedemann y Claudia Arellano;

Proyecto de investigación Antropología Poética del Sur de Chile, Fondart Regional 2008; © SURALIDAD EDICIONES, 2008;
suralidad@gmail.com